Niños leyendo

Recuperar el placer de la lectura (escapando del mercado de la atención)

A los que leyeron mi artículo sobre la memoria de pez les digo: sí es posible recuperar el placer de la lectura. Este primer cuatrimestre de 2022 ya he leído ocho libros. Uno de ellos, de un tirón, en un solo día.

¿Que cómo lo he hecho? 

En primer lugar, poniéndole freno a la ansiedadesa enemiga de la lectura. Con la ansiedad el pensamiento va a mil por hora, mientras el tiempo de las palabras, en literatura, es lento. Lento, línea a línea, y se acompasa con una respiración serena, como la que teníamos cuando aún no nos agobiaba la inmediatez y la velocidad de internet. Sirve para eso poner en práctica lo que predica el movimiento slow life, aún en boga. O el actualmente muy popular mindfulness o atención plena. Ya hemos oído hablar también de las bendiciones de la meditación para nuestra cognición

No importa el nombre de la técnica a la que recurramos para combatir la ansiedad: solo no tengamos prisa, que igual vamos a morir. Que más que leer, lo que hacemos ahora es escanear contenido. Los mercaderes de la atención saben que en pantalla navegamos con un patrón en F: leemos las dos primeras líneas, bajamos mirando a la izquierda rápidamente, leemos un poco del centro del texto y seguimos hacia abajo por el margen izquierdo sin detenernos ni leer realmente. El recorrido sugiere la forma de una letra F.

Yo me mantengo luchando contra esa voracidad que solo produce obesidad informativa. Ahora en nuestra cabeza tenemos demasiado contenido irrelevante ocupando el lugar de lo relevante. Poco a poco he dejado de consumir la basura hipnótica que me retenía cliqueando en una pantalla. Para lograrlo, detectar la manipulación del monstruo algoritmo es crucial.

En segundo lugar, releí un libro que hace años me brindó placer lector. De esa manera le recuerdo a mi cerebro que leer es bueno, que he sido feliz leyendo y que muchos momentos similares me esperan. 

Crónicas

Eso en cuanto a literatura “dura”, por llamarla de algún modo. Pero también de vez en cuando me gusta leer realidad, para lo que revisito el blog del argentino Hernán Casciari en busca de algo emocionante y actual. Este autor me reconcilia con la crónica y me abre el apetito lector. Y sí, es el genio de los textos virales El móvil de Hansel y Gretel y Messi es un perrohttps://hernancasciari.com/blog/. La crónica es un abrazo vivo entre realidad y lenguaje, y es buena para recordar ese vínculo olvidado que hemos dado en llamar literatura. Que sí, que la literatura es vida. Hace pocos años yo misma escribí una crónica -un poco literaria- para el proyecto La vida de Noshttps://www.lavidadenos.com/gladys-remando-con-la-mente-en-contra/.

Al mismo tiempo he reelaborado la lista de mis intereses reales y prioridades, una de las cuales tiene que ver con cuidar mi cerebro suministrándole información de calidad. Cumplirla implicó eliminar notificaciones de correo, limitar redes sociales, y no ver películas y series en streaming, por ejemplo. A eso lo llaman ayuno de dopamina y permite “resetear” el cerebro, además de acercarnos más a nuestras metas personales. Sobre todo, la lista no sirve para nada si no se cumple: prohibido procrastinar con nuestras prioridades. Si cuesta mucho, pues la técnica Pomodoro para la distribución del trabajo puede ayudar, ya que la mayoría de las veces lo difícil es solo comenzar, y una vez recuperado el hábito la lectura vuelve a fluir.

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Establecer un espacio para disfrutar el sagrado acto de la lectura es un paso importante. Sea en contacto con la naturaleza o en un rincón preferido de tu casa, lo cierto es que destinar un lugar específico a ese momento facilita la reconciliación con los libros. En particular, leer al aire libre nos da la oportunidad de hacernos una muy necesaria higiene visual. Ya después, con seguridad volveremos a ser esas criaturas que leíamos en cualquier parte.

A leer, bibliófilos, y para no olvidar lo navegado: a tomar notas. Muchas veces olvidamos sin querer lo leído. Hay otras opciones como disponer de una agenda de lecturas, usar alguna aplicación de notas o registrar lo leído en plataformas como Goodreads. Usemos internet para ayudarnos en nuestra lista de prioridades e intereses y no para hacernos rehenes del mercado de la atención.

Para curarnos de la memoria de pez quizá no haya recetas, pues cada lector es un mundo, y en el tortuoso camino nos seguirán tratando de conquistar los gigantes digitales a través de la intrusiva Inteligencia Artificial. He dejado estas sencillas sugerencias porque creo que es posible reencontrarnos a nosotros mismos como lectores, volver a degustar y gozar del tesoro de los libros. Resumiendo:

  • Vencer la ansiedad: slow life, mindfulness, meditación…
  • Releer un libro de literatura “dura” que nos haya gustado. Disfrutar crónicas.
  • Hacer una lista de prioridades e intereses relacionados con la lectura. Cumplirla.
  • Escoger un espacio que permita hacer “higiene visual”.
  • Registrar lo leído mediante notas, aplicaciones, en plataformas, grupos de lectura…

Espero que sean útiles. Los dejo, estoy disfrutando el octavo libro de este año, Ciudad de vapor, de Carlos Ruiz Safón. Dejen sus comentarios. Nos vemos en los libros.

8 comentarios en “Recuperar el placer de la lectura (escapando del mercado de la atención)”

  1. Pues si, leer es maravilloso para nuestra salud cognitiva y mental, es importante crearnos conciencia de su importancia y cultivar el hábito.

    Buenas recomendaciones,😉.

    Ahora leo: Dispara, yo ya estoy muerto.

  2. Magnífica secuela de tu anterior artículo que añade reflexiones al respecto de forma magistral. No se pueden expresar verdades más claramente. Sencillamente suscribo

  3. Maravillosos consejos para recuperar las prioridades de vida y entre ellas el placer de la lectura con sus beneficios infinitos. La salvación de nuestras mentes agobiadas esta en redescubrirnos cada vez mejores recordando los efectos de un buen libro we. Gracias por el rescate!!!

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