No leas esto, pececito

Ya que capté tu atención, quisiera hablarte sobre el alto precio que nos está cobrando el uso desmedido de los dispositivos tecnológicos.

Yo también me siento afectada por la “memoria de pez”. Un flagelo contemporáneo que afecta el mundo de la lectura. Una afección que nos impide mantener la atención por más de nueve segundos en un texto. Un ensayo de la editorial Alianza habla de ese tema: La civilización de la memoria de pez, Breve tratado del mercado de la atención, de Bruno Patino, aunque más enfocado como producto del capitalismo digital.

El marketing intrusivo y antiético podría ser el responsable de esa “afección” que padecemos desde que derivamos en criaturas hiperconectadas: sus ejecutores conocen y aplican todos los trucos para mantenernos enfocados en lo que quieren. Saltamos de una ventana a otra sin retener nada, sedientos de imagen, instantaneidad y fuegos ilusorios. Somos conejillos de indias de un ejército de articulistas web que trabajan en conseguir contenidos virales, mamotretos de 700 palabras que alcancen a millones de usuarios y nos mantengan hipnotizados e incapaces de decidir por nosotros mismos.

De ese cometido nace la redacción SEO, ridículamente truculenta, cuyas normas dictan que los párrafos no pueden pasar de 4 líneas, las oraciones de 2, la sintaxis debe ser lógica (sujeto, verbo, predicado, en ese orden y sin complementos circunstanciales) y que reparte unas a veces absurdas keywords artificiosamente, para que los motores de búsquedas web posicionen los posts en los primeros lugares… entre otras muchas rebuscadas técnicas para mantener nuestra atención.

La máxima de la redacción SEO es que el lector no se aburra ni abandone la página, al costo que sea. Resultado: textos sin ninguna complejidad ni trabajo, donde el lenguaje es solo un vehículo al que se le han podado las ramas de la belleza, la polisemia, la sonoridad y la poesía. Perdemos lo más valioso e irrecuperable que tenemos: tiempo, en devorar la basura de los mercaderes de la palabra, de los gurúes del neuromarketing.

Crítica

Dentro de poco, hiperconectados y obesos de información inútil, llegaremos al apocalipsis del conocimiento. Pero no creo que la solución sea obligarse a leer. Como decían en mi familia, lo obligado es malo. Antes bien, será una tarea de redescubrimiento que quizá pasa porque seamos conscientes del tiempo que nos estamos robando a nosotros mismos a cambio de espejitos. Por redescubrir la palabra para volver a paladear lo bien escrito, valorar el trabajo de los buenos escritores y recordar cómo era la comunión con lo profundo y lo bello cuando terminábamos de leer un buen libro. Creo que de esa manera podríamos superar la memoria de pez.

Como lectores, hemos involucionado. La más obvia consecuencia de la memoria de pez es que ya no hacemos lecturas de calidad, que nos enriquezcan. ¿Cuándo fue la última vez que leímos un libro de género literario de un tirón? O más concretamente, ¿cuándo fue la última vez que leímos un libro? O ¿cuántos libros empezamos y no terminamos de leer? Otra consecuencia es la desmejora en la calidad de las obras. En aras de secuestrar la atención del lector, una novela para ser muy vendida actualmente debe narrarse como película taquillera de Hollywood: con acción vertiginosa sin pausa, morbo, petardos, amarillismo… así vamos alcanzando la truculencia de las telenovelas. Miremos los primeros capítulos de algunas obras que han recibido los premios de las grandes cadenas editoriales, y lo comprobaremos.

Como escritora, no quiero dejarme llevar por esta marea. Gente de signos es un libro de relatos de ficción donde manifiesto un mundo que ambiciosamente quiere parecerse a las obras de grandes oficiantes de la palabra, o al menos rendirles homenaje.

Si has llegado hasta aquí, eres de los míos. Felicidades, has mantenido la atención por aproximadamente cuatro minutos. Demuéstramelo en un comentario. Bienvenido a mis escritos.

22 comentarios en “No leas esto, pececito”

  1. Como no ser tuya querida escritora! Si es verdad. Me siento culpable incluso tratando de ganar adeptos con fotografías de mi emprendimiento. Solo que conmigo encuentran historias de cada logro que voy construyendo. No apto para peces devoradores en éste momento. Comprendo mi mala estrategia de mercadeo. Espero en una simbiosis de objetivos contribuir a esa salida anhelada de los qué valoramos los buenos textos de aromas y colores no precisamente amarillos 😄

  2. Miguel Marcotrigiano

    Buen texto, Inés del alma mía. Hoy leía sobre el problema de la atención, concentración y memoria en los niños. También veía un breve video sobre el asunto. Todo ello en relación con el Omega 3 y un tratamiento investigado por Nationala Geographic. Búscalo en YouTube.

  3. Maravilloso, tienes toda la razón!
    Me esta costando muchísimo leer cualquier libro de los que he comprado porque para mi son interesantes, como por ejemplo: Rayuela, siempre he querido leerlo, lo compré y ahora no lo leo.
    Es decepcionante para mi, ver como el contenido digital es tan malo y a la vez no puedes despegarte de él. No sé si eso les pasa pero es desagradable y me genera ansiedad, porque siempre quiero estar viendo el Instagram.
    Me gustó leer este artículo y quiero leer tu libro Inés.

    1. Hola, hermosa amiga. Pues sí, nos estamos quitando la paz y la sensibilidad. Hay que retomar serenidad y darnos el derecho de dedicar tiempo a lo que nos gusta y nos llena.

  4. Beatriz Alicia García N.

    Excelente artículo. Te lo agradezco mucho, porque realmente estaba empezando a preocuparme. He sido lectora toda mi vida, soy docente y me está costando leer.

    1. Gracias por tu comentario. Es realmente preocupante, y a mí, que soy del área, me ha pasado y lucho día a día contra eso. Escribiré otro artículo con recomendaciones concretas sobre cómo escapar de eso. Un gran abrazo.

  5. Excelente artículo Inés. ¿Sabes qué? Creo que la edad es en cierto modo un antídoto contra em bombardeo indiscriminado. Tal vez nos agobia, somos capaces de ser conscientes de que es demasiado, y en un momento dado cerrar lo superfluo y volvernos a centrar en un texto. Quizá porque lo conocimos, porque sabemos lo que es lo que mencionas, leer un libro del tirón, abstraernos de tal forma en la lectura que prescindimos del mundo. Obviamente cada vez es más difícil y se da con menos frecuencia, incluso entre los que hemos sido avezados lectores. Pero los que han nacido en esta era tecnológica, los milenials… igual deberíamos dejarles el conocimiento de paladear un tiempo sin prisas y de concentración como legado, y que aprendan a apreciar que a veces un buen texto lo pierde todo si lo haces imagen. El supremo valor de la literatura, pues no siempre una imagen vale más que mil palabras.

    Lo triste es que hasta las mismas editoriales pidan a un autor tener determinada presencia en redes o seguidores al máximo para publicarles… Por otro lado la autopublicación hae que entre mucha basura descubramos joyas. No se… tal vez valga la pena, o todo en su justa medida.

    Un abrazo Inés, me ha gutado tu web, ahora investigo a ver dónde me suscribo

    1. Gracias por comentar, querida Eremita. Es así como dices, a nuestra edad tenemos cierta ventaja… Me alegra te haya gustado la página. Un abrazo grande.

  6. Llegué algo tarde, pero al menos al final. Yo lo que te puedo decir, es que he desarrollado -por decir lo menos- dos maneras de expresarme. En lo digital, soy básica, sin adornos aunque con el humor y la chispa de la que conociste y siempre me caracterizó.
    La otra, la artista real y verdadera, ama expresarse libremente a través de prosas breves, pero con mucho sentido y colores de nostalgia. Es complicado a veces lograr que las dos se lleven bien y respeten sus expacios.
    Me he propuesto retomar mis lecturas, más allá de la investigación y actividades cotidianas. Esa que nombras, con la que crecí y que me desarrolló tanto la manera de expresarme. Que para que mentirte, se ha ido perdiendo. ¡Muchas gracias por ayudarme a entender lo que pasa! Un abrazo inmenso.

    1. Nunca es tarde, estimada coleguilla, jeje. No has dejado que el mercado de la atención te devore tu vena artística que expresas tan bien… Como dices, a balancear pero sin perder de vista nuestra esencia. Besos miles.

  7. Como escritora me preocupa mucho esta cultura de la inmediatez, de ganar tiempo para seguir navegando, para saltar de una ventana a otra, como bien lo señalas acá. ¿Pero qué sucede con la imaginación y los mundos posibles que te pueden aportar un buen texto? Nos arriesgamos a perder esas conexiones neuronales por el hábito de permanecer en la superficie sin ir al fondo del mar. Sin embargo, la buena escritura siempre estará a la orden de los lectores que piden un bocado más suculento que párrafos de cuatro líneas.

    1. Así es, amiga. Me da espanto imaginar haber nacido durante esta debacle de la imaginación. En un segundo artículo recomendaré estrategias en esta lucha…

  8. Estoy rotundamente de acuerdo contigo Inés. Sabias palabras y mejor reflexión. Soy anti-redes sociales. No me busques en Twiter, Facebook, Instagram, grupos de wasap, etc.

  9. Interesantes y certeras reflexiones. He llegado tu blog de la mano de un amigo común, Mariano Paracuellos, el cual me lo recomendó. Así es, el mundo digital ha transformado a la sociedad hasta el punto de perder la identidad literaria. La voracidad del consumo de textos rápidos, mal escritos en la mayoría de las ocasiones y las excesivas distracciones, notificaciones, publicidad etc. hacen imposible la concentración en la lectura y más aún en la lectura literaria. Gracias por aportar esta visión tan necesaria para recuperar el pulso de las letras, cosa que es preciso atender desde el punto de vista del escritor como del lector.
    Recibe un saludo cordial.
    Juan A. Luque.
    Editor de la revista digital cultural Pansélinos
    revistapanselinos,webnode.es

  10. Yolanda Velásquez

    Luego de leer este artículo uno dice , “tiene toda la razón “ hay que continuar con el maravilloso arte de lácteos lectura . Gracias

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